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El año de 1450 el Papa
lo declaró año jubilar. Todos los que durante ese año
fuesen en peregrinación a Roma ganarían innumerables indulgencias.
Todas las monjitas, deseosas de ganar indulgencias,
querían ir a Roma en peregrinación. También Santa
rita pidió permiso a su superiora para ir a la peregrinación.
Pero la superiora le dijo que con esa asquerosa herida de la frente no
podía salir de casa. Entonces Santa Rita pidió a Dios que
por algún tiempo hiciese desaparecer la herida para poder ir a ganar
las indulgencias del jubileo. Dios oyó los deseos de Santa Rita
y la herida desapareció milagrosamente, pero solamente mientras
duró la peregrinación. Habiendo regresado a casa la
herida volvió a aparecer en su frente.
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