Desde entonces, Rita, en su
casa, vive como una monja. Dedicada a la oración y a la penitencia,
pasa las horas y los días.
Una noche, mientras oraba, se le aparecieron San Agustín, San Juan Bautista y San Nicolás, y cariñosamente le dijeron: "Rita, ven con nosotros al convento de las monjas. Nosotros te introduciremos en él". Y en un instante Rita se encontró dentro del convento sin saber por dónde había entrado. Las monjas que la encuentran dentro y vieron el gran
milagro, gustosas la admitieron en su compañia, con indecible alegría.
|
Este sitio fue creado por Luis Fabres Montoya, email: lfabresm@yahoo.com