Después de muchos años
de sacrificios; después de haber llorado y rezado muchísimo,
Rita consigue que su esposo se haga bueno. Entonces ella se siente feliz,
no tanto porque ya no la insulta ni la pega, sino porque así convertido
podrá salvar su alma. Pero esa felicidad le va a durar muy
poco, porque apenas llevaba algún tiempo convertido, cuando un día
apareció asesinado.
Incierta como estaba de la salvación de su
marido, Rita redobla sus penitencias y oraciones, rogando a Dios por su
esposo, para que no permitiese que se hubiese condenado. Pero un día
se le apareció el Señor y le reveló que su marido
se había salvado.
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